miércoles, 26 de agosto de 2009

El chonchón




El chonchón se presenta como una cabeza humana, de la que nacen unas enormes orejas que usa a modo de alas para volar. Su presencia es delatada por su fatídico grito de tué, tué, que indica que una persona va a morir. Revolotea alrededor de la habitación de los enfermos, lucha con el espíritu de estos, y, si los vence, chupa la sangre de los pacientes.Se considera a los chonchones como brujos que tienen el secreto para volar. Esto lo hacen untándose unas cremas en la garganta, con lo que logran que salga a volar solo la cabeza, diciendo: Sin Dios ni Santa María. El cuerpo permanece en la casa.Para ahuyentarlos se reza la siguiente oración: San Cipriano va para arriba, San Cipriano va para abajo, sosteniendo una vela del buen morir. Con estas palabras el chonchón cae al suelo. También se le echa sal al fuego de la cocina y se dice: Pasa, chonchón, tu camino, o vuelve mañana por sal. Al día siguiente se presentará alguien a pedir sal y no hay que negársela.El pihuchén (voz mapuche que significa secar a la gente), es un personaje cuya existencia se registra más allá de la zona central, pues también aparece en Coquimbo, La Araucanía y Chiloé.Se trata de un culebrón verdoso, de alrededor de medio metro de largo, que vive en el corazón de los árboles huecos. Chupa la sangre de las ovejas o de los cristianos desde lejos.Su presencia se reconoce por las huellas de sangre que deja. En algunos campos, a los rebaños de ovejas se les ponen seis o más cabros, pues la sangre de estos animales es muy fuerte y ahuyenta a los pihuchenes.Para matarlo, se cubre el árbol en que está escondido con una tela fuerte, para que no pueda huir, y en seguida se prende fuego al árbol.

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